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ESTILO DE VIDA

Citroën 2CV, una leyenda viva con mucho éxito

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En 1981 se lanzó el Charleston, un homenaje a los “años locos” en estilo retro. Foto: Citroën

El vehículo de la marca conserva todavía hoy una popularidad sin límites, con miles de apasionados que lo coleccionan y lo han convertido en un elemento imprescindible de su estilo.

BOGOTÁ. Aunque han pasado más de dos décadas desde que salió de la cadena de producción de Mangualde, en Portugal, el Citroën 2CV todavía continúa siendo un vehículo legendario que marcó una gran historia para la compañía.

El 27 de julio de 1990, tras haber vendido más de 5,1 millones de unidades a lo largo de su historia, se puso fin a su cadena de montaje, después de haberse presentado oficialmente por la marca en el Salón de París de 1948.

Este vehículo se destacó desde un principio por su diseño original, su versatilidad y su planteamiento muy económico, así como por sus innovaciones tecnológicas, que para su época fueron consideradas muy avanzadas.

Entre ellas se destacaba la tracción delantera, su blanda suspensión y el motor de 2 cilindros refrigerado por aire. Por eso, se convirtió rápidamente en un auto popular y de elevada demanda y hoy es reconocido como un icono de la historia del automóvil.

Su desarrollo inició a mitad de la década de 1930, bajo la idea de ser un vehículo de dimensiones pequeñas, capaz de circular por cualquier tipo de terreno y transportar cualquier tipo de objetos, además de económico en su compra y su mantenimiento.

El vehículo estaba listo para ser presentado en 1939 como ‘Toute Petite Voiture’ (Coche muy pequeño), pero, debido al inicio de la Segunda Guerra Mundial, el Salón del Automóvil de París se suspendió y los 250 prototipos fueron, en gran parte, destruidos.

Terminada la guerra, Citroën volvió a trabajar en el proyecto y confió a Flaminio Bertoni la estética del que acabaría siendo el Citroën 2CV, un modelo completamente repensado con respecto del TPV y que fue presentado el 7 de octubre de 1948 en el Salón del Automóvil de París.

A causa de la escasez de materias primas, Citroën solo pudo garantizar inicialmente una producción limitada, lo que generó unas listas de espera de hasta seis años. Su precio de compra era muy bajo, igual que el mantenimiento, gracias a la simplicidad de su tecnología.

La carrocería en acero de cuatro puertas del Citroën 2CV no se pensó para ser autoportante y como la mayor parte de los componentes se atornillaba al chasis. En lugar de un techo fijo de acero el vehículo estaba dotado de un techo descapotable en algodón impermeable.

Venía equipado con un motor bóxer de 2 cilindros refrigerado por aire, con una cilindrada inicial de 375 c.c., desarrollaba 9 CV y estaba dotado de serie de un cambio de cuatro velocidades. Con posterioridad se realizaron numerosas evoluciones.

El motor de 602 c.c. incorporado en el Citroën 2CV6 de 1970 desarrollaba inicialmente 28 CV y en todos los vehículos era posible poner el motor en marcha utilizando la manivela empleada habitualmente para el cambio de las ruedas del coche.

La primera versión del Citroën 2CV con 9 CV alcanzaba una velocidad máxima de cerca de 70 kilómetros por hora, mientras que los últimos modelos, con 29 CV, eran capaces de rodar a una velocidad máxima de 113 kilómetros por hora.

El 2CV es uno de los pocos vehículos en los que la potencia del motor básico llegó a triplicarse durante su vida comercial.

En 1951 se lanzó la versión Furgoneta, desarrollada sobre la base de la berlina, pero que, a partir del montante central, disponía de un gran espacio de carga de formas muy regulares. En 1958, el primer modelo que salió de las líneas de montaje de la fábrica de Vigo fue un 2CV en esta versión.

A partir de 1976 se lanzaron seis versiones especiales: Spot (1976); Charleston (1981); France3 (1983); Dolly (1985); Cocoricò (1986), y 2CV Spécial Perrier (1988).

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