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«Bajar la velocidad máxima sí vale la pena»: Cesvi

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La reducción del límite superior de velocidad en algunas vías principales de Bogotá, de 60 a 50 km/h, significa para algunos complicar más la movilidad, pero para otros, es un salvavidas. Foto: IngImage

Es frecuente encontrar que los accidentes están vinculados con una variable que depende del conductor: la velocidad.

La reducción del límite superior de velocidad en algunas vías principales de Bogotá, de 60 a 50 km/h, significa para algunos complicar más la movilidad, pero para otros, es un salvavidas al problema de la mortalidad de usuarios de las vías públicas.
 
Las 5.332 personas fallecidas (17 personas por día) en lo corrido de 2018, implica un aumento frente al mismo periodo del año pasado del orden del 0,5%. Estas cifras son una alerta a autoridades y usuarios, y más si se tiene en cuenta que el 78% de las víctimas son los denominados actores vulnerables (motociclistas, peatones y ciclistas).
 
Al analizar la situación y las características recurrentes de los accidentes de tránsito, es frecuente encontrar que están vinculadas con una variable que depende del conductor: la velocidad. El Centro de Experimentación y Seguridad Vial de Colombia (Cesvi Colombia) analizó tres aspectos importantes relacionados con la velocidad: la reacción del conductor (aspecto humano), posibilidad de detención del vehículo (mecánico) y el factor de lesiones en peatones y ocupantes.

1. Reacción del conductor

Al evaluar las variables de tiempo y de velocidad se encuentra que el tiempo de reacción de un conductor al frenado puede ser de 0.8 a 1.2 segundos, aunque depende de la edad, género, consumo de medicamentos, sustancias psicoactivas o café, lo cual lo puede alterar. Si además se considera el tiempo de la maniobra de frenado (que varía según la velocidad y el tipo de desaceleración) se puede determinar técnicamente cuál es la distancia total.
 
En resumen, el análisis indica que una diferencia de velocidad de 10 km/h (entre 50 y 60 km/h) puede representar detenerse en 27.9 metros (y no 36,9 metros), lo cual equivale a una reducción del orden de 9 metros (25%) en la distancia de frenado.

2. Lesiones en el peatón

Aunque no se trata de una relación directa, la velocidad de circulación de un vehículo en un evento de atropello puede determinar lesiones en un peatón.

Según la velocidad, la víctima choca con paragolpes (lesiones extremidades inferiores), capó (cadera, costillas, extremidades superiores), hace contacto con el vidrio panorámico (lesión en cabeza, cuello) y, si la velocidad es mayor, se puede provocar el levantamiento del atropellado por encima del vehículo. 

Todo lo anterior puede suceder a velocidades superiores a 30 km/h. Además, un atropello a velocidad excesiva (alrededor 80 km/h) es posible causante de amputaciones al contacto. Cabe aclarar que a 30 km/h o menos, el atropello desemboca fácilmente en heridas graves del peatón, no solo por el contacto directo, sino por el impacto contra el piso. 

Análisis de casos reales en accidentes de tránsito determinan una relación de daños en el vehículo (según la velocidad de contacto) con la gravedad de la lesión y ubicación final del peatón. Por ejemplo, con velocidades entre 40 y 60 km/h se determinan daños en el frente (capo, rejilla, farolas, paragolpes, parabrisas) y el peatón tiende a quedar adelante del vehículo.

Con una circulación a más de 60 km/h, los daños se localizan en el frente del vehículo, parabrisas y techo, con ubicación final del peatón detrás del automotor.

3. Lesiones a ocupantes

Para una persona que se encuentra distraída dentro del vehículo y expuesta a la inercia del movimiento, las detenciones imprevistas, las frenadas bruscas o una colisión ocasionan lesiones fuertes en el cuello o por contacto con la estructura del vehículo o con los demás ocupantes (considerando que no lleve el cinturón de seguridad abrochado).

La duración de un choque puede estar en el orden de décimas de segundo (0.1 a 0.2 segundos) tiempo durante el cual la reducción de velocidad determina fuertes desaceleraciones. Bajo estas condiciones, cualquier elemento a bordo sigue impulsado a la velocidad a la que venía el vehículo, solo que con su peso aumentado producto de la inercia.
 
Es un valor que depende directamente de la velocidad y, por ejemplo, un elemento de masa 2 kg (p. ej., una sombrilla), en una detención súbita puede convertirse en un proyectil con una fuerza de 15 kg. Así mismo, un niño de 30 kg, sin cinturón de seguridad, puede proyectarse y generar una fuerza equivalente a una masa de 210 kg, con las consecuentes lesiones.

Es claro que a mayor velocidad, mayor es la fuerza que puede generar un objeto o personal sueltos dentro del vehículo.

En conclusión, la reducción de 10 km/h en la circulación logra una reducción cercana al 25% en la distancia de detención, espacio suficiente para evitar un accidente en numerosos casos, atenuar lesiones en el peatón producto de atropellos y a los ocupantes por cuenta de detenciones súbitas. 

REVISTA TURBO

 

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