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¿Qué cuidados necesita un motor con turbo?

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Este tipo de sistemas se suele utilizar en motores de combustión interna alternativos, especialmente en los motores diésel. Foto: Freepik.es

Casi que por obligación, los motores diésel necesitan tener un turboalimentador de aire para su funcionamiento.

Un turbocompresor o también llamado turbo es un sistema de sobrealimentación que usa una turbina centrífuga para accionar mediante un eje coaxial con ella, un compresor centrífugo para comprimir gases. Este tipo de sistemas se suele utilizar en motores de combustión interna alternativos, especialmente en los motores diésel.

Según Leonardo Niño, ingeniero de Soporte de Producto de Nissan Colombia, un motor diésel es una máquina termodinámica cuyos principios se basan en el ciclo Otto de los motores a gasolina. Sus tiempos (admisión, compresión, expansión y escape) son iguales, la diferencia radica en la carrera de expansión: los motores de gasolina inician su carrera de expansión a través de la chispa de una bujía, en cambio el ciclo diésel no tiene bujía, ya que no se detona con una chispa sino con una alta presión y una alta temperatura. 

Al comprimir una mayor cantidad de aire con fuerza, el experto asegura que casi que por obligación los motores diésel necesitan tener un turboalimentador de aire. «No obstante, actualmente no es necesario que los motores diésel incluyan turbo. Algunas marcas han fabricado modelos (más baratos) sin turbo sacrificando la potencia y el torque», aseguró Niño. 

Este tipo de motores con turboalimentación tienden a ser mucho más macizos y tener piezas más robustas y pesadas ya que tienen que soportar mucha más temperatura. Las revoluciones de estos propulsores son menores, y por esta razón la recomendación de los expertos es que se debe manejar al máximo torque de la ficha técnica del vehículo y no sobrepasarlo. 

«Se deben cuidar mucho las revoluciones, si se está subiendo por una cuesta se deben hacer los cambios al punto máximo de revoluciones recomendados por la marca. Cuando se está en plano, lo recomendable es llegar a las máximas revoluciones permitidas de potencia», añadió el ingeniero. 

Otro de los principales cuidados que se deben tener es con el uso de los motores. Muchos sistemas de turboalimentación, que son capaces de girar más de 126.000 rpm, no cuentan con un sistema de protección adecuado para muchas situaciones, en especial para el apagado. 

«Hay que tener cuidado de apagar el motor de manera inmediata porque tenemos dos factores que nos juegan en contra. Uno, que las revoluciones del turbo se quedan sin lubricación por apagarse el motor y dos, que la alta temperatura del motor se suele concentrar más. Los motores modernos controlan este tipo de situaciones y se pueden apagar normal. Los motores más viejos, sobretodo de inyección mecánica, toca cuidarlos», concluyó el experto. 

REVISTA TURBO

 

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